Día nº 175 - Ibiza - Playa de Benirrás

Pasamos una noche maravillosa y sólo al salir de la furgoneta nos dimos cuenta de la belleza de la propiedad. Hay unas palmeras justo al lado y una pequeña pero preciosa piscina detrás. La finca, que ayer sólo vimos por dentro, está amueblada con mucho cariño y gusto. Esta impresión continúa desde el exterior a la luz del día. - Como saben, nos gusta el estilo holandes de amueblar. Fuera, en la terraza, también encontramos los típicos muebles de playa holandeses hechos con viejos tablones de andamio.

Tras el desayuno, salimos en dirección a Benirrás. La playa, que está cerca del Puerto de San Miguel, es casi un secreto a voces en esta época del año. Esto se debe a que la mayoría de los turistas se alojan en el sureste de Ibiza. La playa, considerada una de las más bonitas de Ibiza, es también punto de encuentro de hippies en verano, que cada noche celebran aquí la puesta de sol con sus tambores. Nosotros aún no tenemos ganas de atardecer, primero queremos disfrutar del sol como es debido. La bahía está enmarcada a ambos lados por altos acantilados. En medio de la bahía, una roca llamada "Can Bernat" surge del agua en forma de dedo. Los isleños la llaman el "Dedo de Dios". - Pero lo más bonito son los cobertizos de las barcas de los pescadores que se apoyan en las rocas. Un lugar perfecto para disfrutar del sol. - Entre medias, hago algunas tomas con el dron. No tardo mucho en meterme en el agua. Maravillosamente refrescante. - Tener una playa como ésta a poca distancia de tu propia finca es un auténtico lujo. ¿Qué más se puede pedir?

Cuando regresamos a la finca, recogemos espárragos silvestres por el camino. Nuestro almuerzo consiste en espárragos, huevos revueltos y babyale - ¡delicioso! Disfrutamos del sol de la tarde en el sofá. Empiezo a editar las imágenes de la mañana.

Torgit y yo decidimos buscar un nuevo lugar para pasar la noche. Debes saber que se supone que la acampada salvaje está muy penalizada en Ibiza. Pero en temporada baja, parece que esto se lleva de forma un poco más relajada. Encontramos un buen sitio en el lecho de un río lavado y seco. Ahora también podemos llegar a la playa a pie. La finca está en venta. - Pero el precio nos deja sin aliento. Nuestra furgoneta también está muy bien. ¿La cambiaríamos si el dinero no fuera un problema? - Hoy no. Es una locura cómo han cambiado las perspectivas. Hace un año, nos habríamos decidido ciegamente por la finca.

Más tarde, caminamos de nuevo hasta la playa. Ahora sí que es la hora de la puesta de sol. Nos sentamos apoyados en uno de los viejos garajes para barcos y disfrutamos de los últimos rayos de sol sobre nuestra piel. La felicidad no tiene precio.